El Movimiento de Mujeres Palestinas, ¡más activo que nunca!

El Movimiento de Mujeres Palestinas (MMP) Alkarama se puso en marcha la víspera del Día de la Tierra, el 29 de marzo de 2017 en Madrid, impulsado por un grupo de mujeres palestinas de Madrid, Valencia y Barcelona.

El MMP es una organización palestina, feminista, laica y anticolonialista cuyo objetivo principal es generar un nuevo espacio de enunciación de las mujeres palestinas en la diáspora, que viven en el Estado Español.

Objetivos

Contribuir a la liberación del pueblo palestino de la ocupación israelí a través de la acción social, cultural y política, con especial atención a las herramientas BDS.

Reclamar un lugar de enunciación para las mujeres palestinas en la diáspora.

Fomentar la visibilidad de las mujeres palestinas en los espacios de opinión y solidaridad relacionados con la causa palestina.

Promover actividades para difundir la importancia del rol de las mujeres en la causa palestina contra el colonialismo y la ocupación.

Constituir un espacio de encuentro propio y no mixto de mujeres palestinas, para fomentar el empoderamiento, el reconocimiento, la interrelación y la sororidad.

Impulsar las relaciones y el diálogo con organizaciones feministas y colectivos de solidaridad con palestina en Europa.

Fomentar el contacto con activistas y organizaciones de mujeres palestinas en territorios del 48, Gaza y Cisjordania, El Líbano, Siria, Jordania y los campos de refugiadxs en cualquier país.

Facilitar el diálogo y la interrelación de organizaciones de mujeres europeas y palestinas.

Defender la emancipación y los derechos de las mujeres palestinas y visibilizar las distintas capas de opresión y los abusos que sufren como consecuencia de la ocupación y el patriarcado, con especial interés en las presas, las mujeres de Gaza y Cisjordania, el régimen de apartheid en territorios del 48 y las distintas situaciones de las refugiadas en el mundo árabe y en Europa.

Trabajar contra los estereotipos sobre las mujeres palestinas, la islamofobia y la arabofobia, especialmente de género.

Colaborar en la acogida y la inclusión de las mujeres palestinas recién llegadas.

Escuela de Educación Popular Alkarama: la educación como resistencia para no perder la memoria, nuestro presente y nuestro futuro.

Escuela de Eaducación Popular ALKARAMA,

Cumplimos casi dos años desde que Israel intensificó su ataque genocida contra Gaza, una de las peores muestras de deshumanización de la historia contemporánea. Esto no solo se debe a la magnitud de los crímenes, sino también a la inacción, el silencio cómplice o las evasivas estrategias dilatorias de algunos gobiernos que brindan tiempo e impunidad a la ocupación para avanzar con la limpieza étnica planificada, no solo hacia Gaza, sino extendiéndola cada vez más a Cisjordania y Jerusalén. Se trata, justamente, de un proyecto colonial que busca apropiarse de la mayor cantidad de tierra posible sin sus habitantes originarios.

En este tiempo de barbarie absoluta, los ataques israelíes contra la población civil de Gaza han asesinado de manera directa a alrededor de 61.000 personas, según el servicio de salud de Gaza —cifras que se estiman mucho mayores—, de las cuales unas 19.000 eran niños y niñas. Se ha destruido de manera deliberada casi la totalidad de la infraestructura vital de la Franja, con ataques planificados dirigidos especialmente a los soportes culturales y educativos: escuelas, universidades, bibliotecas, museos, centros de investigación y librerías, como parte de un esfuerzo mucho más amplio y prolongado que pretende el borrado existencial de un pueblo.

En este contexto, en Gaza, bajo el ruido constante de los drones, los repetidos desplazamientos forzados, los cortes de electricidad e internet, la escasez de agua y en condiciones extremas —sin recursos, en tiendas de campaña y en medio de un genocidio por armas y por hambruna—, las y los docentes siguen expresando la determinación colectiva de sostener la enseñanza de niños y niñas.

La Escuela Popular Alternativa Alkarama es un ejemplo de este compromiso con el derecho a la educación del pueblo palestino. Por eso, nos parece valioso compartir los testimonios de dignidad y resistencia de sus docentes.

En el primer testimonio, Shama Youssef Mohamed Farag Allah, esposa de un mártir, nos dice: “Vivo en el campamento de Bab al-Ajar y también trabajo como profesora en este campamento. Enseño inglés a los alumnos de primero, segundo, tercero y cuarto curso. Francamente, nos enfrentamos a grandes dificultades en este campamento. Al ser un campamento nuevo, necesitamos material escolar, cuadernos, libros y bolígrafos para los alumnos, ya que la mayoría son niños huérfanos”.

Cuando le preguntamos acerca del impacto colonial de este genocidio y la situación en la que funcionan las escuelas, afirma: “El colonialismo y, en particular, la guerra, tuvieron un impacto en la educación, ya que esta se interrumpió durante un largo periodo de tiempo y los estudiantes estuvieron mucho tiempo sin recibir enseñanza. Cuando los profesores y las iniciativas educativas comenzaron, se hizo evidente que el sistema se había vuelto obsoleto, reduciéndose el entorno de aprendizaje al uso de las herramientas y medios más básicos. A menudo, el entorno escolar es una tienda de campaña que no protege del calor del verano ni del frío del invierno, y también es probable que se produzcan bombardeos repentinos en cualquier lugar. No hay seguridad. La tienda es una tela que no protege ni resguarda”.

En cuanto a la importancia de la escuela y los desafíos que se le presentan a las y los docentes, expresa que “por supuesto, hay que mantener la educación, especialmente en el contexto de estas guerras, para que crezca una generación educada, una generación capaz de enfrentar los desafíos con una mente sana, una generación consciente. Como profesoras y profesores, nos enfrentamos a muchos desafíos: la falta de herramientas y medios suficientes, la falta de seguridad en el entorno. A menudo, el trabajo de los profesores es voluntario y no tiene ninguna remuneración económica”.

El segundo testimonio nos lo proporciona Aman Abdulahay Al-Mubahuh, esposa de un mártir y madre de niños mártires. Ella relata: “Fuimos atacados en nuestra casa, pero, gracias a Dios, me queda un hijo huérfano. Por supuesto, los niños de Gaza han sufrido mucho durante estos dos años: han perdido sus hogares, a sus padres, madres, hermanos y hermanas, sus escuelas, los elementos básicos para vivir, como comida, bebida y vivienda, y se han visto privados de la seguridad y la tranquilidad en la Franja. Por supuesto, los niños de la Franja de Gaza no viven como los demás niños del mundo, ya que se ven privados de los elementos más básicos para la vida que existen en el mundo”.

También nos dice que la Franja de Gaza se enfrenta a numerosos retos, especialmente en el ámbito de la educación y la infancia, y relata que muchos niños no han fortalecido su educación, primero como consecuencia de la pandemia del Coronavirus y ahora por el genocidio en curso. “Tenemos que apoyarlos y luchar con ellos todo lo que podemos. Si Dios quiere, vamos a seguir con ellos todo lo posible”. Nos dice además: “El maestro, como cualquier ciudadano palestino, puede ser atacado en cualquier lugar; yendo al trabajo y en cualquier lugar puede ser bombardeado, él y su familia”.

En cuanto a los desafíos, encuentra importante la falta de personal docente, “especialmente porque ha habido bombardeos y ataques directos contra ellos, por lo que necesitamos, por supuesto, un buen equipo docente o intentamos aprovechar lo que tenemos”. Nos dice también que las condiciones en las que funciona la escuela son las “del miedo al hambre y la tragedia”, “no hay un entorno seguro, un entorno educativo seguro, ni siquiera aulas adecuadas. Los estudiantes vienen con miedo; es decir, te dicen que tienen hambre y que no tienen lo mínimo necesario para poder venir a la escuela”.

Como política colonial, Israel necesita imponer su narrativa dominante; por lo tanto, atacar al sistema educativo es un imperativo de la ocupación. Como contracara, el pueblo palestino desafía las narrativas coloniales colocando a la educación como uno de sus pilares fundamentales de resistencia, sumud (perseverancia), preservación de su historia e identidad, y como empoderamiento de las nuevas generaciones.

Fuente: Alkarama

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