
Juan A. Gómez Liébana (Asociación para la recuperación del bosque autóctono- ARBA)
Julio Fernández Peláez (Ecologistas Zamora)
Procedencia: Heraldo de León 15-08-2025
Los bosques se pueden quemar de varias formas. De forma pasiva no invirtiendo en prevención, abandonando el territorio para que la población lo abandone a su vez y así lograr un vacío existencial que luego permita, de paso, desplegar cualquier tipo de negocio, hasta enarbolando el discurso de que hay que limpiar la naturaleza porque está sucia, ante lo cual se ofrece la solución mágica: llenemos el territorio de incineradoras de biomasa (árboles) para vender calor o electricidad a la población.
El problema con el que nos encontramos desde la sociedad civil es que no hay diferencias entre la práctica de los representantes políticos, todos muy alejados de la Naturaleza, a la que solo acuden de vez en cuando para anunciar pomposos planes de repoblación que solo se concretan en un avance incesante de la despoblación de nuestras tierras.
En las últimas semanas el caso más sangrante es el de la biomasa. Todos los partidos políticos defienden el mantra de que, ya que no debemos quemar carbón porque sus emisiones contribuyen al calentamiento global, podemos hacer ingeniería climática y quemar madera. Sin embargo, en ambos casos se emite a la atmosfera CO2 y se riega de sustancias toxicas a las poblaciones cercanas, solo que en el caso de la madera éstas son aún más peligrosas. Da igual, la UE ha determinado que, aunque un bosque pueda ser quemado en unas horas mediante un incendio, o en unas semanas mediante una caldera, se renovará, aunque sea dentro de 100 años. Por lo tanto, es renovable, lo dicen los políticos, no la ciencia. Es decir, dispararse en un pie.
En el caso de la biomasa, estamos asistiendo a un baile de posiciones políticas. El PP anunció ya en 2022, que tras los tres intentos de colocar una incineradora en León capital, a la cuarta seria la vencida: Puente Castro seria la zona elegida, muy cerca del cementerio, con todo el imaginario que conlleva. Durante estos años, pese a la información que hemos difundido, la sociedad se ha mantenido impávida, lo que ha permitido al gobierno regional avanzar y hasta designar de “interés regional” el proyecto. Tres años perdidos, muchos años en los que era más importante pedir columpios al Ayuntamiento que informar a la población de lo que se avecinaba.
Los diferentes actores políticos sin embargo se mantienen unidos en la práctica. Veamos, aunque ahora aparezcan voces discordantes, cuya explicación se centra en los intereses electorales, en el fondo están todos de acuerdo. Así el PSOE en su programa electoral, en el rubro de “transición energética” defiende la biomasa (quemar bosques), sin embargo, recientemente en León, su vicesecretaria regional ha solicitado la paralización de la incineradora de Puente Castro debido a su cercanía a núcleos de población, “para proteger la salud de los vecinos”. Debemos de alegrarnos de este giro por parte de este partido. El problema es que no es creíble. En Valladolid, ejemplo paradigmático de la invasión de incineradoras, el PSOE y el PP juntaron esfuerzos para convertirla en la “ciudad de España con más redes de calor por biomasa”. Oscar Puente y Juan Carlos Suárez-Quiñones de la mano trabajando por el bien común. Tres incineradoras en pleno casco urbano, muy cerquita de los pulmones de los vallisoletanos. Aquí parece que no hay problemas para la salud de los vecinos, aunque la evidencia científica demuestre que Valladolid tenía un exceso de mortalidad por cáncer de páncreas del 67 % en relación con determinadas industrias presentes en sus cercanías. Pecata minuta.
En Ponferrada tampoco parece que el PSOE le hiciera ascos a la instalación de una incineradora dentro del casco urbano, ya que aprobó su instalación con la inestimable ayuda de los votos del PP en el barrio de Compostilla. En Zamora han tenido que ser IU y PSOE quienes hayan dado el visto bueno a la incineradora en plena capital. Si nos trasladamos a Asturias, el PSOE también apuesta por la incineración de biomasa, llegando incluso a pintar de verde la central de carbón de La Pereda para meter en su caldera todo árbol que encuentre a mano, y de paso residuos difíciles de clasificar. Grandioso, sobre todo cuando ya hay estudios que reconocen que la afectación a la salud de la población es mayor cuando se quema madera que cuando se quema carbón. Pero hay diferencias. En Gandía, en este preciso momento, es el PP el que denuncia que PSOE y Compromís quieren poner en riesgo la salud de la población con una incineradora de biomasa, y por lo tanto aquí toca posicionarse en contra de la ubicación propuesta. Por la salud de la población.
Puro baile de intereses, electorales por supuesto.
Juan A. Gómez Liébana (Asociación para la recuperación del bosque autóctono- ARBA)
Julio Fernández Peláez (Ecologistas Zamora)
Deja una respuesta