Terrorismo ambiental. No pinta bonito

Ante la desastrosa gestión de los incendios en Castilla y León y ante el fomento del odio a la naturaleza, a la biodiversidad y el ecologismo, solo caben dos opciones: organizarnos al margen de las instituciones o poner a gobernar a personas que comprendan la necesidad de defender el medio natural para que con su ejemplo de activistas el imaginario colectivo cambie.

Julio Fernández Peláez

Incendio en la Culebra, 2022. Fuente: Wikipedia

No es el primer asunto en el que el terrorismo ambiental campa a sus anchas por un territorio en el que una ideología rancia, negacionista y llena de soberbia alienta una profunda fobia hacia lo que no está domesticado. Lo vimos con el lobo, y ahora, una vez más, lo vemos con el monte, con todo aquello de lo que solo se puede sacar provecho quemándolo.

Esta fobia es una cuestión que determina el imaginario colectivo y que los partidos más reaccionarios utilizan en beneficio de sus votantes y en consecuencia de ellos mismos, aunque también en la izquierda no faltan quienes consideran que un árbol es un objeto fácil de talar.

El desprecio a lo natural ha conseguido que se dañe gravemente el patrimonio, y sobre esto deberíamos hablar urgentemente, en especial, antes de que traten de engañarnos con la mirada puesta en las próximas elecciones.

Deben dimitir inmediatamente quienes, gobernando, fomentan tal odio, porque esta es la auténtica razón de que, aprovechando la limitación de recursos disponibles, haya incendiarios que decidan poner en riesgo la vida de sus propios vecinos con tal de salirse con la suya: acabar con «el monte que nos come».

Y deben dimitir quienes no entienden que hay varios asuntos claves para el buen funcionamiento de una sociedad, estando entre ellos la salud del medio ambiente.

Sí, también es terrorismo dejar sin médicos las zonas rurales y permitir que en invierno la vida sea imposible a partir de una determinada edad en muchos pueblos de la provincia, y por esta causa ya tendrían que haber dimitido hace tiempo determinados personajes; pero ahora estamos hablando de incendios, de una hilera de brutales incendios que no son otra cosa que actos delictivos con unas consecuencias directas y a tiempo real, capaces de cambiar la fisonomía de los paisajes, hipotecar el futuro de muchas familias y acabar con la vida de personas y de infinidad de seres vivos. Si no les gusta la palabra terrorismo, pongan ustedes el nombre.

¿Por qué lo hemos permitido?

Recuerdo el final de la gran manifestación en Zamora, en 2022, después de los incendios de la Culebra, cuando muchos de los asistentes esperábamos que se pidiera la dimisión del Consejero de Medio Ambiente, pero no se hizo. En el escenario, curiosamente, cazadores, al parecer los más afectados.

Recuerdo las piedras que se tiraron en Villanueva del Valrrojo contra coches oficiales. ¿Qué estaban pidiendo esas piedras? No fue difícil imaginar su propósito pocos meses más tarde, a juzgar por el auge de determinados partidos.

Composición artística después de un incendio. Muerte.

El imaginario colectivo construido mediante consignas populistas, e incluso con el apoyo de asociaciones apolíticas que no dudaron en acallar a quienes cuestionaban la ineptitud de un gobierno autonómico, fue lo que propició que en las zonas quemadas todo siguiera igual tras los incendios de la Culebra.

En estos días, con múltiples frentes activos y el Patrimonio de la Humanidad de las Médulas echado a perder, queda al desnudo otra vez la ineptitud, aunque también la impotencia, con recursos desactualizados para afrontar cualquier desastre. Y sin embargo, a pesar de que no son capaces de frenar el ímpetu de los incendiarios, su impotencia no es mostrada como tal sino con más soberbia. ¿Esperaban algo distinto?

Sería preciso un cambio político para revertir esta lamentable situación, esto es innegable, pero sobre todo es urgente un cambio de paradigma, un cambio cultural que derrotara no solo a la cultura del fuego, también a la cultura de la fobia hacia lo que no está domesticado.

Es urgente lograr una reconciliación entre el monte y el ser humano, aceptar que podemos vivir rodeados de árboles y que esto no debe suponer un riesgo sino una ventaja frente a las desventuras de un clima enloquecido.

Es urgente poder vivir en un pueblo sin miedo a que alguien prenda fuego y ardan los bosques y los pastos y las casas, y te tengan que desalojar en mitad de la noche.

Es urgente frenar la desafectación para con el medio natural, pero también es urgente saber que hay una protección real que asiste a ese medio y que nos asiste en caso de incendio. Con la indefensión actual no podemos seguir.

Hasta principios de los 90 del XX, cuando los fuegos se declaraban en los pueblos, eran los vecinos quienes acudían a apagarlos. Todavía había concejos en muchos de ellos, y la llamada a fuego –ese repicar nervioso de las campanas– empujaba a las gentes a actuar con solvencia y rapidez.

Recuerdo en una ocasión, en pleno agosto, que circulando por una carretera de Carballeda fui testigo de cómo las llamas se extendían no muy lejos. Mi llamada fue atendida después de largo rato y la confesión al otro lado de la línea fue reveladora: «no podemos atender todos los incendios, no se preocupe, ya se apagará». En efecto, esa noche, como muchas noches de aquellos años, comarcas enteras ardían sin piedad. Aún así, los montes lograron recuperarse en muchos casos, aunque para ello necesitaran más de 30 o 40 años.

Cuando el fuego entra en un pueblo

Hubo campañas de concienciación en los pueblos. Incluso había grupos de teatro que realizaban su gira por locales de los ayuntamientos con obras que hablaban de la necesidad de convivir en paz con la naturaleza, sin necesidad de atacarla. Las funciones las pagaba la Junta de Castilla de León, o el Ministerio de Medio Ambiente, esto ya no lo recuerdo. Pero lo que sí recuerdo es que la situación mejoró sensiblemente, y que durante años pervivió la sensación de que estábamos a las puertas de comprender lo necesario que es no maltratar el monte.

Pero incomprensiblemente hemos regresado a la situación anterior, y lo que es peor, con prácticamente los mismos medios de extinción y con una carga adicional que no podemos olvidar: las olas de calor amenazan con ser cada vez más intensas.

No pinta bonito. No, no pinta bonito.

Una de dos, o nos organizarnos, devolviendo su sentido a los concejos para defendernos sin ayuda institucional, o ponemos a gobernar a personas que comprendan la necesidad de defender el medio natural para que con su ejemplo de activistas, el imaginario colectivo también cambie.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Últimas publicaciones
  • Terrorismo ambiental. No pinta bonito

    Ante la desastrosa gestión de los incendios en Castilla y León y ante el fomento del odio a la naturaleza, a la biodiversidad y el ecologismo, solo caben dos opciones: organizarnos al margen de las instituciones o poner a gobernar a personas que comprendan la necesidad de defender el medio natural para que con su […]

    Redacción/
    agosto 13, 2025
  • REBELIÓN ECOLOGISTA SE SUBE  A LOS  BARCOS DE LA FLOTILLA GLOBAL SUMUD

    Rebelión Ecologista no puede sino sumarse a las iniciativas que denuncien y pongan todos los medios para parar el genocidio que el estado sionista de Israel está infringiendo a la población de Gaza.  Por eso, además de dedicarle una categoría en nuestra estructura de joven publicación, nos unimos a iniciativas como esta de la FLOTILLA […]

    Redacción/
    agosto 13, 2025
  • OTRA PATADA HACIA DELANTE DE UNA TRANSICIÓN IMPOSIBLE : EL PROYECTO DE  PLANTA DE HIDRÓGENO VERDE “PHV ALBACETE HIVE 1” 

    Cada nuevo proyecto que conocemos cuya justificación es la descarbonización y la transición a nuevas fuentes de energía nos revela por desgracia los intereses reales que están moviendo cada una de las decisiones que se están tomando. Toni Jorge Ecologistas en Acción de la Manchuela El 29 de Julio del corriente se sometía a consultas […]

    Redacción/
    agosto 13, 2025
  • A Coruña por Gaza. Todos los miércoles de agosto

    Redacción/
    agosto 12, 2025