

David Villalba. Ecologista de La Manchuela
(A propósito de esta noticia de La Vanguardia)
El mercado es Dios, hasta que pierden los grandes, entonces ponen en movimiento sus resortes y consiguen amoldar las leyes para seguir ganando.
Otro vergonzoso ejemplo de la falacia del mercado, y del poder real de las grandes corporaciones por encima de las leyes y la competencia, de cómo manejan a los poderes públicos para trucar el juego. Cuando ganan, los beneficios son suyos, y cuando pierden, las pérdidas las pagamos las de siempre, el pueblo.
Estaba cantado que la explosión de la burbuja de las renovables la iba a pagar el pueblo, como viene siendo la norma tras el rescate bancario.
Una ayudita de 160 mil millones de Euros que se repartirán en los consejos de administración.
Los políticos lacayos que han ejecutado el rescate tendrán asegurado un puesto en las empresas renovables cuando acabe su mandato. El engrase de las puertas giratorias con inmensas cantidades de dinero, a costa de seguir inflando una abismal deuda pública que nos subyuga a las condiciones que imponen los dueños del mundo, las grandes fortunas, las corporaciones trasnacionales y la banca, que son a su vez quienes reciben esas regalías.
Este entramado político-económico no sólo condena a las generaciones actuales, sino que será una losa que sepultará a muchas generaciones venideras, que nacidas sin culpa, se tendrán que tragar el amargo brebaje de nuestra suicida carrera sin frenos hacia el abismo.
Sólo queda una salida, y no conduce hacia un lugar deseable: es el umbral que nos conduce hacia un colapso socioecológico sin precedentes, que es lo único capaz de frenar el metabolismo canceroso de nuestra sociedad occidental, un colapso inevitable por el insoslayable declive de los combustibles fósiles, la única fuente de energía con una TRE (Tasa de Retorno Energético) capaz de sostener esta sociedad bulímica e inconsciente.
Todo muy normal, así funciona el sistema.






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