

Toni Jorge
Con la proximidad de algunas movilizaciones ciudadanas en el horizonte , todas ellas con un denominador común, la consideración del rural como territorio de sacrificio y su uso para la extracción de recursos mediante la instalación de determinadas industrias que nadie quiere, me viene a la cabeza el discurso recurrente que invade esporádicamente algunos medios y algunos discursos políticos y que se refiere a la despoblación y a la España vaciada. A nosotros nos gusta, siempre que hablamos de la España vaciada añadirle la coletilla de “ por expoliada”.
No es lo mismo referirse a este fenómeno de una manera pasiva, como algo fruto de una secuencia natural de acontecimientos como referirse a ello como un fenómeno histórico resultado de determinadas tensiones y agentes, como un fenómeno producto de una causalidad.
Año tras años asistimos a discursos políticos que hablan de hacer frente a la despoblación, de invertir en la España vaciada, de fijar población, y también asistimos a una cohorte de artículos esperanzadores que nos muestran experiencias de éxito de empresas familiares que apuestan por el rural, por actividades sostenibles, turísticas, de servicios y un largo etcétera. Sin ir más lejos, el gobierno de CLM lanza su proyecto arraigo dónde supuestamente moviliza recursos locales para atraer nuevos pobladores.
Lo que nunca aparece es el resultado de todas estas iniciativas al cabo de unos pocos años, y no aparece porque son muy contados los casos de éxito, por no decir nulos.
Es un principio básico de la medicina que para sanar una enfermedad primero hemos de tener clara la etiología, ya que si no , nos entregamos a prácticas mágicas de muy dudosa eficacia. Y creo que por ello fallan año tras año todas las medidas que se toman. Sencillamente no tienen clara la etiología , fallan en los análisis y por lo tanto derrochan medios sin éxito.
Si vemos como la revolución industrial comienza a producir grandes flujos migratorios del campo a la ciudad , dónde se produce la acumulación de capital y comienzan a ofertarse bienes y servicios . Vemos como esta revolución industrial no se quedaría sólo en la creación de una industria urbana dependiente del carbón fósil , sino que llegaría al transporte e incluso a las zonas rurales en forma de maquinaria que poco a poco va permitiendo la concentración de tierras y la pérdida general de competitividad de las pequeñas explotaciones junto con el ocaso del autoconsumo. La globalización de la economía daría posteriormente la puntilla al mundo rural, incapaz de competir en mercados dónde la especulación obliga a veces a vender por debajo de los costes de producción.

La transición es tan rápida que no permite la adaptación de las economías locales, basadas muchas veces en el intercambio de productos, y el autoconsumo y dónde la propiedad de la tierra se ha llegado a atomizar.
Este no pretende ser un análisis riguroso pero si resumir que la evolución de la economía de mercado, de tintes cada vez más liberales, está en los orígenes de los problemas de la España vaciada.
Nos vamos a encontrar con zonas que pierden más del 50 % de su población en poco tiempo, dónde las únicas familias que permanecen son. Por una parte aquellas que viven de una economía de subsidios, jubilados y perceptores de rentas mínimas, familias que viven del sector de los servicios básicos como tiendas y talleres ,y por otra aquellas cuyo nivel de ingresos era mayor por ser los caciques del pueblo o personas con más propiedades y beneficiadas por la bajada de los precios de la tierra propiciada por los movimientos migratorios.
Es decir, dudo mucho que la despoblación tenga solución con las reglas del juego vigentes, y de hecho, la población envejecida es la única que está contribuyendo a evitar que la mayor parte de pueblos se conviertan en pueblos fantasma. Las inversiones que desde la administración se están haciendo sólo parten de la mala conciencia que tiene el sistema por producir lo que está produciendo.
En este contexto se produce una pérdida total de elementos culturales definitorios de las comunidades rurales, una pérdida de expectativas laborales y de futuro de los jóvenes.

Y también en este contexto descubren la tierra prometida las grandes empresas cárnicas que encuentran el terreno despejado por falta total de competencia con otras actividades económicas . Se corre como la pólvora la voz de la posibilidad de obtener pingües beneficios con poco trabajo. La única condición es la tenencia de los avales necesarios para lo que sin duda es una gran inversión. Estos avales no están al alcance de todo el mundo ( hablamos de inversiones de entre 200.000 euros al millón o dos millones de euros) sino sólo de los más privilegiados pertenecientes a familias con mayor status. Así ha sucedido en localidades como Yémeda, Carboneras, Cardenete, Reillo y otras muchas.
Al tratarse de una actividad perfectamente reglada , permitida y fomentada por la ley, los promotores se sienten completamente legitimados y lo ven como una vía aceptable de obtener riqueza. Y el discurso general deviene en considerarlas como la única vía posible de futuro en una tierra aplastada por la evolución de los acontecimientos .
Aunque el impacto económico es insignificante ya que , dada la tecnificación , el empleo es mínimo y la construcción la realizan empresas de fuera, en los pueblos llegan a aceptarse como el mal necesario a pesar de las molestias y contaminación generadas y se van creando grupos de presión en torno a ellas debido al poder económico de los que las promueven y detentan en propiedad.

Pero el auge cuando se corre la voz de la rentabilidad neta y de las formidables condiciones que ofertan las integradoras hace que en determinadas áreas la geografía se salpique de estas macrogranjas convirtiendo prácticamente un paisaje rural en un paisaje industrial. Llega un momento de hecho en que es imposible de gestionar correctamente la enorme cantidad de residuos que produce dicha industria y los vecinos empiezan a pagar un peaje cada vez más caro en forma de molestias y de contaminación. En una economía extractivista, productivista y de beneficios, los que poseen las granjas , se consideran perfectamente legitimados de generar estas molestias y contaminación en tanto son los “ generadores de riqueza” y por lo tanto, sus derechos se encuentran muy por encima de los del resto de los vecinos, que como dijimos son en gran parte perceptores de rentas pasivas. Poco a poco y sin darse cuenta, se va implantando la “ leydel silencio”. En esta ley, cualquiera que se atreva a mencionar su incomodidad con los efectos de las granjas en algunos de los foros sociales o redes tendrá que soportar un aluvión de improperios en forma de “pues si que sois finos” “ pues los pueblos siempre han olido” “ pues bien que os gusta el jamón””pues no sé que iba a ser de nosotros si no hubiera cerdos”.
En la serranía baja dónde resido he sido testigo por una parte de este cambio y degradación del paisaje y de la degradación social y cultural subsiguiente con el envenenamiento de las relaciones vecinales .
En Mira, uno de los vecinos y militante ecologista fue amenazado de muerte por el promotor de una granja al impedir de manera legal su construcción. En Cardenete los vecinos que se oponen a la macrogranja presente a 1,2 kms del núcleo urbano , no se atreven a levantar la voz ante el dominio del municipio que ejerce una familia local. En Carboneras, el caso más reciente, Pueblos Vivos expresó mediante una nota de prensa de bastante repercusión su oposición a la instalación de la quinta granja de cerdos ante el problema galopante de contaminación por nitratos, el excesivo censo ganadero ya existente, y las malas prácticas reiteradas en el uso de purines para el abonado.
La publicación en un canal de facebook local de dicha nota desató de manera inmediata el infierno. Reproducimos a continuación algunas capturas de pantalla que revelan lo crispado de la situación


Como puede observarse, este tipo de discusiones suelen acabar en pérdida total de las formas y recurso al insulto. Pero la cosa , lejos de parar aquí, puede desembocar, como ya expusimos, en amenazas directas

Este pernicioso efecto suele pasar desapercibido frente a otros mucho más impactantes como la contaminación del aire y de las aguas y la contribución al calentamiento. Y esto a pesar de la trascendencia del tema en el día a día de las personas que habitan el territorio. Vivir con la incomodidad de no poder expresar lo que piensas y sientes y teniendo que cruzarte en la calle todos los días con los que con su actividad te están arruinando la vida.
El hecho de que la alimentación haya pasado de ser una necesidad a un negocio en manos de unos pocos tiene sus consecuencias no sólo en el medio ambiente sino también en la interrelación de las personas. Cuando llegamos a este nivel, una empresa o una corporación, que en principio ha sido diseñada por seres humanos para estar al servicio de sus necesidades, se convierte en un monstruo con vida propia capaz de devorar todo tipo de valores en pro de los beneficios corporativos, un ente que aunque creado por humanos pierde cualquier atisbo de humanidad . Y al final de todo, uno llega a preguntarse quién es el responsable de las tensiones y de la polarización que aparecen en los pueblos? Quizás la respuesta está en unas cifras de resultados que se consideran un fracaso cuando la producción o las ventas se estancan y llega un momento en que tenemos que alimentar de manera continuada al monstruo para no ser devorados por él. Lo que acaba con los pueblos y con la convivencia en ellos no es sino la caterva de empresas que sólo ven en lo rural una oportunidad de neocolonialismo. No nos basta con las colonias tradicionales, ahora descubrimos nuevas en nuestro propio territorio. Qué será lo próximo?
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